El vino que bebas indica tus deseos, tus propósitos y también a dónde vas de vacaciones en verano.
En este mundo contemporáneo, ya no se usa juzgar a las personas por quienes son o por lo que hacen, estamos demasiado modernos para eso. Por lo mismo, los parámetros actuales de definición son un poco más atrevidos, como por ejemplo, el tipo de vino que bebes. ¿Qué crees que dice de ti?
El vino que bebes habla y dice mucho. Y asumámoslo, estas decisiones del primer mundo pueden mejorar o terminar con alguna relación de compañeros, una amistad o una oportunidad laboral. ¿No me crees? Preguntémosle al increíble mundo de los escenarios imaginarios.
Escenario A: Cita número tres. Él escoge ese restaurant thai de mala muerte que nunca te ha gustado. Ofreces amablemente escoger el vino y arriesgarte un poco, para mejorar la situación digamos. Justo muerdes ese chile rojo que estaba flotando en el curry que insististe en pedir en vez de pedir el “Thai condimentado”. Comienzas a sudar y salivar incontrolablemente. Ese Late Harvest Riesling te hubiese salvado, pero no, querías ser toda seductora y estúpidamente escogiste el Cabernet Sauvignon. No hay nada en esta botella que te vaya a ayudar con el picante del chile. Así que mejor sigue tu camino y deja ese lugar antes de que alguien salga herido.
Escenario B: Él te invita a tu primer Día de Acción de Gracias, pero que se celebra sólo con los amigos. Te pide que traigas el vino e inmediatamente escoges la botella más grande con tapa rosca que puedas encontrar. Desastre total. Lo más probable es que nunca más los vuelvas a ver.
Escenario C: Es tu quinto día en tu trabajo nuevo. Tu jefa te invita a un almuerzo fortalecedor (entiéndase: almuerzo líquido). El mesero te mira a ti primero para que pidas. Te entra el pánico, indecisa entre escoger algo con gracia y elegancia, y entre toda la confusión, te vas por la ruta económica. “Oh, el vino de la casa está bien”. Ella baja los ojos, llenos de disgusto, y pide el “05 Châteauneuf-du-Pape”. Puedes decirle adiós a ese bono de medio año.
¿Por qué ponerte en estas difíciles situaciones imaginarias cuando podrías usar esa imaginación para predecir lo que va a pasar antes de que pase? Si actualmente tu imaginación se fue de vacaciones, entonces sigue leyendo y toma nota:
CHARDONNAY
“¿Igual se considera brunch si son las 10 de la mañana y estoy tomando sola?”
RIESLING
“Comamos sushi. No, mejor comamos comida Thai. No, mejor combinemos comida asiática”.
PINOT GRIS
“¿Cuenta como un especial de la casa?”
SAUVIGNON BLANC
“¿Me puedes traer un poco de hielo para esto?”
MOSCATO
“Quiero embriagarme un poco, pero también quiero comer cupcakes”.
EL VINO DE LA CASA
“Aquí me tienen, viviendo justo y esperando que sea día de pago otra vez”.
ZINFANDEL BLANCO
“El vino rosado me vuelve fácil”.
CHAMPAGNE
“Estoy recién empezando y sí, habrá sexo esta noche.”
PROSECCO
“Vamos a un brunch sin fin ¿cierto? ¿Cierto?”.
VINO DE MANZANA
“Aun no soy mayor de edad”.
CABERNET SAUVIGNON
“Sí, son las 2 de la tarde, y sí, mi taza tiene cabernet”.
MALBEC
“Oye, prueba esto. Es argentino y está de moda”.
PINOT NOIR
“Me siento como si en verdad quisiera beber un Pinot medio borgoña en los meses más fríos. El sabor tiende a prestarse para complejidades más profundas donde los taninos sutiles y las notas ligeras de grosella espinoza se mezclan suavemente en mi paladar antes de llegar a un final natural y opulento, ofreciendo una gratificación inmediata que es tanto intelectual como hedonista. Pero estoy perplejo. ¿Por qué te vas?
ZINFANDEL
¿Cuál es tu vino favorito?” “Zinfandel”. “Oh, Deja de hablar”.
SHIRAZ
“Estudié en el extranjero, en Australia. Hace 10 años, por un período de 6 meses y lo único que aprendí fue a tomar shiraz en caja”.
SYRAH
“Invierno en Nueva York. Día 132. La moral está baja”.
SANGRÍA
“Los chips y la salsa son gratis, ¿cierto?”
LO QUE SEA QUE PUEDAS CONSEGUIR
“Si alguien me necesita, estaré debajo de mi escritorio sollozando calladamente”.
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